jueves, 3 de mayo de 2012

Sufre la afición



Sufre la afición empate del León
DEPORTES • 3 MAYO 2012 - 1:05PM — PEDRO DOMÍNGUEZ
La afición esmeralda sufrió desde el León el empate de la Fiera en Puebla. Vivieron intensamente el primer partido de la final

LOS AFICIONADOS VIVIERON ANSIOSOS EL PARTIDO DE LA FINAL DESDE LEÓN.

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Del fracaso a un paso de la gloria.

El Club León hizo sufrir a su afición.

A 507 kilómetros de distancia del partido, el corazón verdiblanco de los leoneses padeció uno de los partidos más difíciles de la temporada: remontar un marcador adverso a dos goles de distancia. Lo logró.

Los bares fueron estadio, las sillas butacas, los comensales aficionados.

Dejando el trabajo, la universidad o por el puro gusto, los creyentes en la religión verdiblanca y los villamelones, llenaron los establecimientos para disfrutar del partido contra los Lobos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Inició la tarde con la emoción del ascenso. Una cerveza para acompañar, botana, cacahuates, salsa y por supuesto cerveza. En un inicio, el juego parecía sólo un trámite. Cayó el primer gol a favor tan sólo a los 8 minutos del encuentro.

11 minutos después empezó el calvario.

Ya con el empate, los nervios empezaron a inquietarse, “échame otra pa´ los nervios”, decían los aficionados. Ni los rituales ni las cervezas para calmar los ánimos sirvieron. Fueron sólo 10 minutos y vino la vuelta. Olía a derrota.

En los bares de León no quedaba más que seguir bebiendo. Sufriendo la realidad que ha pesado sobre los hombros de la afición y un club que añora competir con los grandes en la primera división.

Y a pesar del panorama desolador, nadie imaginó que caería el posible verdugo: el tercer gol llegó al minuto 30. Las esperanzas habían terminado.

“Ya nos cayó la maldición otra vez”, se escuchaba entre gritos y murmullos el lamento más sentido del lugar.

El medio tiempo llegó para calmar los ánimos. Vicente Fernández, El Recodo y Cuisillos alegraron el rato, avivaron el alcohol que estaba surtiendo efecto. El silbatazo de arranque del segundo tiempo fue acompañado de aplausos e ilusión.

Llegó la esperanza. El equipo tomó el control, los aficionados la cerveza y apenas a los tres minutos de iniciado el complemento cayó el gol que acercaba a los verdes. Con él, llegaron también más expectativas, ¡Sí se puede!, ¡Sí se puede!, se levantaban de sus sillas.

Salió el orgullo. En el minuto 60, llegó el empate, y se espantó al fracaso.

El equipo se acercó a la gloria, quiere el triunfo y su afición quiere ascender. O por lo menos, otra tarde de media semana en un bar de la ciudad viendo al equipo de sus amores.

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