domingo, 13 de mayo de 2012
Un día de fiesta y felicidad
Un día de fiesta y felicidad
De la fe a la tensión
Por Agencias | Mayo 13, 2012
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LEÓN, Guanajuato.- La pintura que adorna miles de rostros cede ante el poder de las interminables lágrimas. Es el néctar de la felicidad, líquido que nunca había sido tan dulce en los más recientes 10 años.
De la fe a la tensión… Y de vuelta a las muestras de ese inexplicable amor que suelen despertar los equipos de futbol. El estadio Nou Camp es una inmensa olla de pasiones que termina por explotar cuando Luis Nieves marca el segundo gol de la noche (21’), el que impulsa a los Panzas Verdes a la Primera División.
“Que es un soplo la vida, que 20 años no es nada…”, asegura la letra del inmortal tango “Volver”, compuesto por Carlos Gardel en 1935, pero la mitad de ese tiempo fue toda una eternidad para un pueblo que por fin regresó del limbo futbolístico.
La fiera guanajuatense no lo hace con la “frente marchita”. Ya nadie se acuerda de las innumerables batallas perdidas. Las nieves del tiempo sí platearon su melena, mas el rugido sigue tan potente como cuando se erigió orgulloso en el máximo circuito.
Ironías del balompié: hace 20 años, los esmeraldas obtuvieron su más reciente título de Liga en Primera; una década después, perdieron la categoría. Hoy, la han recuperado.
Los poco más de 35 mil lugares disponibles en el hogar verdiblanco resultan insuficientes para el hambre deportiva de una ciudad. Hay sobrecupo y cerca de 100 personas, con boleto en mano, no logran ingresar. Instantes de zozobra, existe la posibilidad de un portazo, pero otra vez el inexplicable amor salva la situación.
Desesperados y frustrados, muchos corren al confirmar que no entrarán. No les importa.
Quieren presenciar, aunque sea por televisión, el esperado regreso de sus héroes esmeraldas a la División de honor. Ya habrá tiempo para presumir, con el boleto, que fueron a ese mágico partido, sin importar que un capricho de la vida se los haya impedido.
La rudeza con los Correcaminos fue excesiva. El autobús que trasladó al equipo tamaulipeco hacia el estadio recibió cientos de proyectiles durante el trayecto, impactos que no se comparan con los tres que dinamitan su área previo a que el duelo de vuelta llegue a su ecuador. Los dirigidos por Ignacio Rodríguez mueren asfixiados en el mismo primer tiempo.
“¡Y va a volver, y va a volver, a la Primera el León va a volver!”. Ruge con fuerza el Nou Camp, cual león que goza cuando está por devorar a una presa maniatada en la segunda mitad.
Miles de pañuelos verdiblancos aderezan los rítmicos saltos que cimbran el vetusto inmueble. Éxtasis desbordado. Muestra inequívoca de la cristalización de un sueño esperado durante una década.
La entrega del trofeo al club que ocupará el puesto dejado por los Estudiantes-Tecos marca el colofón a una noche inigualable para el pueblo esmeralda. Gardel aseguró que 20 años no son nada, pero 10 fueron demasiados para los seguidores del León. Por eso, las interminables lágrimas vuelven a partir los coloridos rostros, pero esta vez representan el elíxir de la gloria.
Quedarse, el siguiente reto
El sueño de los equipos que compiten en la división de ascenso del futbol mexicano es convertirse en uno de los afortunados que juegan en la Primera División. León ya lo logró.
No estar en el máximo circuito representa un infierno, y la Fiera lo vivió por 10 largos años, paradójicamente muy pocos equipos han capitalizado dicho logro y han perdido casi de inmediato la categoría. Algo que los Esmeraldas deberán evitar.
La maldición del ascenso puede deberse a factores como el pésimo manejo directivo, pero dos de las razones más poderosas por las que resulta complicado regresar y sobretodo mantenerse, son el formato de competencia y los múltiples cambios que éste ha sufrido.
Actualmente sólo existe un ascenso por año, cuando en las ligas más importantes del mundo se habla de tres descensos y ascensos por temporada, además de las promociones.
En México el formato de competencia del año futbolístico se divide en dos torneos cortos y los equipos que resultan campeones en cada uno se enfrentan al final de la temporada, con el objetivo de conseguir el ascenso al máximo circuito. En caso de que un equipo sea campeón de ambos torneos, su pase es automático.
Desde que se instauraron los torneos cortos, siete equipos (Pachuca 1998, Irapuato 2003, Dorados 2004, San Luis 2005, Puebla 2007, Indios 2008 y Querétaro 2009) subieron luego de ganar el primer torneo y vencer en la finalísima al otro campeón.
Cuatro escuadras salieron campeonas en los segundos torneos (Curtidores 1999, La Piedad 2001, San Luis 2002 y Querétaro 2006) y sólo tres fueron bicampeones (Tigres 1997, Irapuato 2000 y los Rayos del Necaxa 2010).
Los que se quedaron
El Pachuca, equipo que en los últimos años se ha convertido en uno de los protagonistas, sufrió bastante para afirmarse como equipo de Primera: Después de una larga ausencia en el máximo circuito, en la temporada 1991-92 logró subir, pero bajó de inmediato, historia que se repitió en la 1995-96. Fue hasta el Invierno 97 que regresó para quedarse en definitiva.
Otro que no gana campeonatos en Primera División, pero está firme desde 1978-79 en ella, es el Atlas, al igual que los Tigres, que han sufrido una par de descensos, pero desde el Verano de 1997 se mantiene en la élite.
Gallos Blancos es un caso curioso, pues juega en Querétaro, una sede maldita que no soporta a los equipos de primera, pero que a empujones se ha mantenido desde el Apertura 2008. Sólo han tenido dos ascensos oficiales.
Rayados del Monterrey, Atlante, Gladiadores de San Luis, Puebla, Toluca, Pumas, Cruz Azul, Estudiantes-Tecos y Monarcas Morelia también llegaron para quedarse en el máximo circuito.
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