domingo, 8 de mayo de 2011

’Estalla’ la afición en el estadio Nou Camp


’Estalla’ la afición en el estadio Nou Camp
REDACCIÓN
NOTA PUBLICADA: 8/5/2011

En menos de dos horas, la afición del León mostró su mejor y su peor rostro.
Antes del duelo ante Tijuana, en la Vuelta de las Semifinales del Clausura 2011, cerca de 30,000 aficionados llenaron el Nou Camp, preparándose para una fiesta que no llegó.

En contraste, tras una serie de polémicas decisiones arbitrales de Israel Perea, incluyendo la expulsión de Blas Pérez en el primer tiempo, decenas de hinchas derribaron las mallas que dividen la cancha y la tribuna e invadieron el terreno.

Las escenas, transmitidas a nivel nacional, recordaron las vistas hace cuatro años, cuando una Fiera también superlíder fue eliminada en las Semifinales, entonces por los Indios.

Ayer la furia se fue acumulando desde el mismo arranque.

León inició con la obligación de ganar, tras perder el miércoles 1-0 en Tijuana. La presión aumentó cuando Ábrego, al minuto 19, marcó el segundo tanto en el marcador global y obligó a que León metiera al menos dos tantos.

Para colmo, poco después del gol visitante, Blas Pérez se fue expulsado por doble amonestación, tras darle un manotazo a Javier Gandolfi.

A partir de entonces, el silbante Perea fue el centro de todas las miradas y terminó por encender a la tribuna al minuto 15 del segundo tiempo.

Era el momento de mayor presión, Héctor ‘Coco’ Giménez acababa de estrellar un balón en el poste y la hazaña se presentía, pero el árbitro cortó el ritmo al quejarse de una lesión.

Perea salió del campo, fue atendido por los doctores de la visita y, después de 10 minutos, volvió al terreno ante los reclamos de ‘Tita’.

En la siguiente jugada, con la defensa verde distraída por completo, Tijuana marcó el segundo de la noche y sentenció.

Invasión y amenaza

Los aficionados reaccionaron con enojo, especialmente en las tribunas detrás de las porterías.

En la puerta 5, la más cercana al bulevar López Mateos, cientos empujaron la malla que separa el campo del terreno. La derribaron parcialmente y un par de ellos saltó al campo.

Algo similar pasó en la puerta 10, la más cercana a Explora, donde los tres que saltaron fueron rápidamente detenidos.

Pero lo peor llegó cuando los empujones en puerta cinco obligaron a que mujeres y niños saltaran al campo. Padres de familia con niños en brazos se refugiaron en la cancha.

La Policía Municipal lanzó gas pimienta para controlar la situación, pero eso amenazó con aumentar los empujones.

El juego fue suspendido dos veces, en total casi 15 minutos.

En lo deportivo, León no pudo reaccionar, recibió otra expulsión (a Ignacio González) y terminó entre abucheos y algunos aplausos.

En lo extracancha, el duelo arrojó un saldo de 34 detenidos, 12 de ellos dentro del estadio por faltas administrativas y el resto por el disturbio en el bulevar López Mateos.

Afuera, la campal

Al final del juego, las calles se convirtieron en un campo de guerra de los miles de aficionados que abandonaron el estadio molestos y gritando.

Patricia Segura, de 24 años, resultó lesionada estando en la tribuna a causa de los mismos policías. “Todos se dejaron venir y me echaron gas en la cara, ya no me acuerdo muy bien”, dijo la mujer.

“Llega el poli y le echa el gas en la cara, ya yo la jalé y le digo al poli, oye le echaste gas, es que para qué se ponen aquí, váyanse del otro lado, ya mejor salte del estadio... los polis llegaron con la macana, el pedo era del otro lado y vino contra nosotros, el poli la aventó pero la alcancé a agarrar yo”, relató Gerardo Piña, esposo de Patricia, que era atendida en la banqueta frente a las taquillas por paremédicos.

Por momentos los elementos de Policía no se daban abasto, y después de la lluvia de piedras y botellas en el estacionamiento, hacia las oficinas, la Policía que Montaba, a caballo llegó a custodiar a directiva y jugadores.

Un grupo de personas salió de las oficinas custodiadas por elementos de Policía que no pudieron evitar las piedras, empezando así la campal que terminó en el bulevar.

Ya en la calle, la locura se desató, los aficionados, ya agresivos, corrían hacia la calle Otomíes, desatados se quitaban las camisas, corrían por el bulevar, impidiendo el paso de los carros, hasta que más de uno se chocaba con algún elemento de Seguridad Pública para ser subidos a la brava a una de las patrullas.

Pasadas las 11:30 de la noche, la calma volvía al estadio y sus calles cercanas.

Con información de Berenice Castro Romero y Gladys Solís

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