martes, 1 de noviembre de 2011

Adiós, caballero


Adiós, caballero
OCTAVIO ZÚÑIGA
NOTA PUBLICADA: 1/11/2011

Antonio Battaglia D’Ascoli, miembro del primer equipo del León en 1944 y luego tres veces campeón, fue despedido como una figura deportiva y un personaje representativo de la sociedad leonesa.

Un beso en una rosa blanca con un mensaje de amor, sin palabras, fue como los hijos de don Antonio Battaglia D’Ascoli le dieron el último adiós al caballero de la cancha, caballero de la vida.

La despedida tuvo que esperar por la llegada a León de Emilio, uno de los hijos de don Toño, pero los recientes días, desde el fallecimiento de la gran leyenda esmeralda, no fueron suficientes para mermar un poco el dolor por la pérdida del gran hombre que con tantos ejemplos colmó de cariño a todos sus hijos y nietos.

El sepelio comenzó a las 3:40 de la tarde, cuando el cuerpo del gran Battaglia salió de la sala de velación Gayosso, rumbo a su última morada en el cementerio de San Sebastián, en una capilla donde ya descansan sus padres desde hace varios años.

El auto en el que fue trasladado el ataúd fue escoltado por los familiares que caminaron, abrazados, pensativos, con lágrimas, tratando de asimilar un momento que sabían sería el más difícil.

En esta ocasión los asistentes fueron principalmente familiares del ídolo esmeralda, no hubo más personas, como guardando ese momento en la intimidad, para despedirlo como a él le hubiera gustado, en compañía de todos los que en vida le brindaron tanto amor.

Entre el grupo de caminantes apareció una motocicleta, con dos miembros de la porra esmeralda, quienes portaban una bandera que secundaba a todas las que ya cobijaban el cuerpo de Battaglia. “No te vas, no te vas, Battaglia no te vas” cantaban, mientras sus hijos conmovidos agradecían.

Finalmente, el momento de que Antonio se reuniera con sus padres llegó. Sus hijos y sus nietos, se despidieron dejando rosas blancas sobre el ataúd, con besos y con pensamientos dedicados a ese hombre que vivirá siempre en sus corazones.

Mientras se despiden, su hijo Mauricio sostiene una grabadora donde suenan los tangos “Por una cabeza” y “Adiós, pampa mía”.

“Adiós pampa mía!... Me voy... Me voy a tierras extrañas, adiós, caminos que he recorrido, ríos, montes y cañadas, tapera donde he nacido. Si no volvemos a vernos, tierra querida, quiero que sepas que al irme dejo la vida”, dice la primera estrofa de la canción.

El momento más difícil llegó, todos dejaron ir a su amado abuelo, que fue tan admirado y querido por la afición esmeralda. Fue el momento de convertirse en leyenda y esa devoción pareció elevarse en forma de globos blancos, con los colores de la bandera argentina pintando el cielo, mientras como una estrella más, Battaglia ya espera que el equipo de sus amores vuelva a la Primera División, como siempre lo soñó.

Por el momento, descansará en paz.

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