León y afición

León y afición se hacían falta
REGINA YÉPEZ / LEÓN, GUANAJUATO Publicada el 02/08/2015

Aficionados de León, momentos previo al comienzo del encuentro entre León y Veracruz.

Mejor reencuentro entre León y su afición no pudo haber: los desesperaron, los preocuparon, los alegraron e hicieron explotar de euforia; vaya, los más confiados hasta se fueron temprano luego de ver un marcador de 4-1... ¡uff! en el Nou Camp hubo de todo.

Hasta un homenaje para recordar al fallecido exjugador esmeralda José Antonio Reinoso, reconocimiento que su padre, Carlos Reinoso, recibió en nombre de su vástago fallecido hace poco y con la sonrisa dibujada en la cara; sí, estaba de vuelta en casa.

Aunque en un hogar muy diferente, con toda la afición en contra, esa que se quería meter hasta a la cancha cuando veían a Hernán Burbano corriendo por la banda: ¡Pégale mi’jo, ponle en su mad... Piri!, aguante joven, todo “tranqui”.

Bueno, mejor no, Veracruz ya ganaba y los seguidores de La Fiera no sabían qué hacer, unos gritaban molestos, otros más precavidos preferían mentar madres hasta que llegaran a su lugar, obvio, no era posible ver así a León, pero la “cheve” no tiene la culpa.

“¡Ojalá se te vaya el balón pinch... Melitón!”, ya ni la burla perdonan, pero previo a un penal a favor de los Verdes, no había mejor recurso que gritar... desafortunadamente, a nadie se le hizo verlo fallar, porque Boselli tomó su lugar. Con esos delanteros para qué quiere uno rivales ¿verdad?

Sin embargo, se necesita más que eso para que la afición esmeralda pierda la confianza, para que deje de alentar, de emocionarse y pegarse al barandal, y teniendo a Sabah, a Guillermo “siempre anoto gol con todos mis equipos” Burdisso y a un Boselli que tiene la seguridad de una caja fuerte, ¿cómo perder?

Juan Antonio Pizzi respiró profundamente, ¡ya iba a poder salir con tranquilidad a la calle!. Iniciar con tres triunfos en fila no es cualquier cosa, menos que la afición demuestre confianza ciega al abandonar prematuramente el estadio con el 4-1 asegurado, así, con los seguidores en la bolsa, que la mitad del camino está andado.