jueves, 17 de abril de 2014

Bravísimo empate


El argentino Boselli se encontró un balòn en el área chica y convirtió el gol que regresò a la vida a los Esmeraldas anoche ante el Bolìvar.
El Sol de León
17 de abril de 2014

Luis Hernández

León, Guanajuato.- Entre luz y obscuridad, entre fallos y aciertos, entre la mismísima gloria y los tintes de un fracaso doloroso, León rescató un empate a dos en casa en la ida de los octavos de final de la Copa Libertadores ante un Bolívar que se armó de valor, de calidad y de propuesta futbolística para poner en aprietos al campeón del futbol mexicano.

Ciertamente con el inicio del encuentro, la situación de partido parecía clara, una Academia agazapada y un León ofensivo daban una pauta sumamente interesante, sin embargo los papeles cambiarían con el paso de los minutos para literalmente presentar a un cuadro boliviano lejos, muy lejos de lo mostrado en el anterior encuentro jugado en esta cancha.

Dominio esmeralda

El buen futbol de los Verdes hacía que la alfombra del estadio León tuviera un dueño, era la Fiera, sin embargo el marcador se mantenía sin demostrarlo, en gran medida por la actuación "angelical" del guardameta boliviano Romel Quiñonez.

Tras 21 minutos de superioridad, de dominio vil, Luis Montes decidió romper el cero y demostrar que la perfección no es eterna; aprovechando una salida tardía del cancerbero boliviano, el "Chapo" remató con un toque suave y de primera para cruzar al "héroe" de los celestes y marcar así el primero a favor de los de casa.

Refrito "académico"

No obstante, como si se tratara de un refrito, León volvió a padecer de la falta de contundencia, por si fuera poco, la defensiva que se había visto firme, sólida, estaba a punto de regalar el empate a un minuto de la conclusión de la primera mitad.

En una jugada donde el peligro era nulo, Fernando Navarro perdió la marca sobre José Luis Capdevila y le permitió desbordar, el español metió un centro medido que Ferreira dejó pasar para que finalmente Juan Miguel Callejón, el otro ibérico, fuera el responsable de enviar la pelota al fondo de las redes y conseguir así un gol que, para las intenciones del Bolívar, valía por dos.

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