martes, 14 de abril de 2015

sólo de ‘reojo’

Miradas, sólo de ‘reojo’
abr 14, 2015Deporte Local, Marcador0 Comentarios
Óscar Jiménez

LEÓN, Gto.- ¿Qué tan grande es la brecha entre un canterano y un consolidado en el máximo circuito?, ¿las camionetas de lujo, ganancias, patrocinios?. Es la realidad del futbolista mexicano; el ‘titular’ no despeja la mirada del cielo, mientras que el de fuerzas básicas considera un atrevimiento mirarle a los ojos.

Todos los días, los jóvenes canteranos ‘pican piedra’ en la Casa Club en espera de un llamado. Foto: Miguel Castro

Ahí están, citados desde temprano para que no interfieran en las actividades de los mayores, con casacas deslavadas, tachones propios y ni siquiera una cancha asignada. Desde lejos se nota que son ‘los nuevos’, los ‘atrevidos’ del grupo, los que bromean pero no separan la vista de aquella cancha de la orilla, donde entrenan los titulares, los de Primera División, los que tienen el privilegio de ser ‘gritoneados’ por los altos mandos.

Qué no daría un chaval de las menores por probarse bajo los cuidados de Juan Antonio Pizzi, de Manuel Suárez, del mismo Alejandro Richino, o estar condicionado por el presidente Jesús Martínez Murguía. Por el momento, eso no pasa. Existe una línea divisoria. Línea pintada con metas. Línea que marca enormes diferencias.

Son las categorías menores del Club León, a quienes el sol les pega parejo y hacen esfuerzos propios y diarios para vislumbrar la ‘grande’, la oportunidad. No es raro ver al elemento cargando el garrafón de agua para saciar la sed, cambiarlo de mano, turnarlo. No tienen ni siquiera lugar de vestidor, como llegan, enfundados en la playera verde limón que ya es verde Esmeralda por las veces que ha sido lavada, así mismo se van, con la tarea de lavar en casa, con la intriga de si el camión pasará a tiempo. Cubriendo con sus ingresos de ‘la media’.

Privilegiados resultan aquéllos que llegan a Casa Club en coche, sea cual sea el año. Algunos otros piden ‘raite’, y otros más se ven obligados a usar el transporte público, con costo relativamente accesible por la distancia hasta la carretera rumbo a Santa Ana del Conde, pero con el tiempo contado para abordar temprano a la práctica diaria.

La minoría recae –aún- en los apoyos parentales para poder llegar a tiempo, mientras los mismos padres elevan o bajan ‘del ladrillo’ a los jóvenes, que en diversos casos, sienten parte de la añoranza de la afición, del cariño que le entregan a los mayores.

Son ellos, los que no traen vidrios polarizados en los automóviles, los que portan sus placas según el reglamento de Tránsito, pero a quienes no los espera nadie a las afueras de los entrenamientos esmeraldas. Actualmente, sólo dos nacidos en León entrenan regularmente con el primer equipo, Luis Delgado, de 24 años y la aún ‘promesa’, Aldo Rocha, de 22. De ahí en más, los talentos futbolísticos de la ciudad están perdidos (o en otros equipos).

Jugadores como Leonel López u Óscar Suárez, este último ya seleccionado internacional en categorías menores de Estados Unidos, no son tomados en cuenta para el presente y condicionado para el futuro.

Con entusiasmo y ganas de comerse el mundo, comienza la carrera del futbolista, pero la competencia mayor, exigencia y jugadores consolidados, los barren del camino. Hoy en día, parece un atrevimiento que el canterano mire a los ojos al consolidado, aun cuando pertenecen a la misma familia leonesa.

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