REGINA YÉPEZ / Publicada el 26/11/2015
Pese al agüacero que cayó horas antes en la Ciudad de México, el Coloso de Santa Úrsula lució espectacular.
Un día sin escuela, un día sin ir al trabajo... no pasa nada, menos cuando un nuevo partido entre León y América es el causante de las ausencias y además, que poco importara a los aficionados esmeraldas trasladarse al caótico DF.
Acompañadas por su papá, Tania y Evelyn Hernández asistieron por primera vez a las tribunas del estadio León; tres años después, el Nou Camp les quedó pequeño y el Coloso de Santa Úrsula se convirtió en su nuevo objetivo.
“A pesar del trabajo viajamos al DF para apoyar a La Fiera, siempre lo hacemos y ahora no iba ser la excepción. Ésta es la primera vez que mis hijas vienen al Azteca, por un día que no vayan al escuela no pasa nada”, señaló entre risas Ángel Hernández, padre de las jovencitas que ahora son quienes lo llevan a él al futbol.
“Mi papá nos decía que fuéramos con él al estadio y nos volvimos aficionadas mi hermana y yo. Nos empezamos a interesar en el equipo y ahora somos nosotros las que llevamos a mi papá”, dijeron Tania, de 11 años, y Evelyn.
Pero ver con sus hijos un partido de futbol no sólo motivó a Ángel Hernández, también a Rubén Negrete, quien con sus dos pequeños y un amigo más, viajaron a la capital del país para alentar a los Verdes desde la tribuna.
“Éste es el primer partido que veo en el Azteca y traje a mis niños, el más grande, Rubén, es muy aficionado al equipo y por él, por ver su cara de emoción cuando entre al Azteca a ver el partido, me motivó a venir”, aseguró el leonés.
Si bien la cantidad de aficionados verdiblancos presentes anoche en el partido de ida de los cuartos de final, fue mínima comparada con la de la final del Apertura 2013, aún así se hicieron sentir en un partido que pese a la rivalidad, reúne a familias completas.
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