domingo, 30 de octubre de 2011

Entristece a ‘La Tota’


Entristece fallecimiento a ‘La Tota’

El fallecimiento de don Antonio Battaglia D’Ascoli entristeció a don Antonio “La Tota” Carbajal, quien por varios años compartió cancha con uno de los fundadores del equipo León.

“Es una pérdida lamentable, fue un gran amigo que dejó huella como jugador, compañero y amigo. Es gente que merece reconocimiento por su cariño, por haber sido un buen esposo y padre. Esta situación se merece todo eso y mucho más”, aseguró el ex portero.

Carbajal Rodríguez comentó que don Antonio fue un gran ser humano que se ganó el cariño de todo León.

“Cuando una persona es querida se merece todo; a él se le admiró y respetó. Es lamentable y duele porque era un compañero y amigo dentro y fuera de la cancha; se ganó el respeto y cariño de todos”, señaló el cinco veces portero mundialista.

“Siempre lo recordaré con mucho cariño, mucho respeto y mucha admiración, como un hombre reconocido por mucha gente”.

‘La Tota’ Carbajal recordó que era simpático y ocurrente.

En sus propias palabras

Entrevistado por José Luis Díaz para la serie ‘Ellos son’, don Antonio Battaglia D´Ascoli habló de sus orígenes, su pasión por el futbol, su llegada a México, sus convicciones. Reproducimos algunas de aquellas ideas.

¿En qué momento se da cuenta que puede ser futbolista profesional?

No lo sé. Dios me ayudó. En ese tiempo yo no era católico. Mis padres llegaron de Italia y eran socialistas. Yo tenía fe, y cuando tienes fe siempre hay un boletito a tu favor. Tanto insistí que mi padre me llevó al Vélez Sarsfield cuando tenía 12 años; me probé y debuté en la sexta división. Fui subiendo hasta llegar a la tercera especial cuando tenía 15 años. La tercera especial es el preliminar de la primera división y se juega en la misma cancha, antes de cada partido, con lo cual el muchacho se acostumbra al público.

Recuerdo que tendría menos de 18 años cuando se lastimó Forrester, un defensa extraordinario a quien admiraba, y entré a jugar. Así es la vida. Se lastima él, entro yo y no me sacarían ya más.

Cuando tenía 18 años vine a México con el Vélez, en una gira que duró entre tres y cuatro meses. Veníamos en barco; el viaje duraba 20 días de ida y 20 de vuelta. No había aviación. Era 1938. Entonces se hacía un panamericano mundial que ganamos ante equipos de Estados Unidos, México y Centroamérica. Muchos no teníamos ni 18 años y fuimos campeones.

Seguí jugando en Vélez hasta los años 40; luego entré al Boca Juniors, que me compró por 20 mil pesos, pero ahí no tuve éxito, pura mala suerte. Al año terminó mi contrato y no me lo renovaron. Seguí en otro equipo, Atlanta, de media tabla, donde me sentí mejor, con menos exigencias. Entonces recibía 11 mil pesos por mes y ocho mil pesos por año.

Se retiró mi equipo de la FIFA y quedamos sin registro, pero en esa época podíamos venir a México sin pase, sin nada. Entonces vinimos más de 100 jugadores argentinos.

¿Quién lo invitó a jugar al León?

Pilar Ramírez, Sebastián Martínez y Florencio Quiroz, quienes eran curtidores y directivos del equipo. El equipo vendía, la gente iba. En el primer partido, en el estadio Patria, acudieron entre cuatro mil y cinco mil personas. Al segundo, ya había sillas y fue casi el doble. León era beisbolero y en el centro de la cancha había un montículo de arena.

Del Patria nos fuimos al estadio Fernández Martínez, que al poco tiempo resultó pequeño y llegamos a La Martinica, que era un estadio regular, donde jugué hasta los 35 años.

Me convocaron para los Juegos Panamericanos de Chile, jugando para México. Cuando nos fuimos a despedir del presidente Miguel Alemán, le dijeron que en el grupo íbamos varios jugadores argentinos.

Me preguntó si quería ser mexicano y le dije que sí, con mucho gusto. A mí me convenía porque ya tenía tres hijos y un negocio.

Fue un honor ir a Chile representando a México. Yo ya tenía mi negocio y una hija de tres o cuatro meses. Aparecí en la portada del Esto con mi señora y con mi hija. A los 35 años dejé de jugar. Me hicieron despedidas en México, en León, en Guadalajara, pero yo ya no jugaba.

¿Por qué se retiró?

Me costaba mucho trabajo hacer ejercicio, además de que ya era tiempo. Treinta y cinco años son muchos para un futbolista y para ese tiempo ya tenía dos fábricas: Blasito y Petit, aunque había cometido un gran error: no meter la comercialización.

¿Cómo recuerda al señor

Quiroz?

Un hombre extraordinario, metido en el fútbol y con un enorme cariño al equipo. El León fue muy beneficiado por él, por Ireneo Durán y por Sebastián Martínez, mi padrino y en ese tiempo presidente municipal.

En ese entonces nos mandaron a una pensión, pero yo me fui al Hotel México, sin permiso, y me emborraché dos o tres días seguidos. No sabía tomar, era un muchacho. Todavía no jugábamos. Sebastián Martínez me mandó buscar y habló conmigo: me dijo que tenía que cumplir porque me habían mandado dinero. Le dije que no quería gastar, que quería ahorrar. Me recomendó con un hermano y así no gasté un centavo.

Agradezco mucho a Dios que no fui a la capital, porque León me dio todo lo que quería. León fue mi vida: encontré el amor que quería, se me dieron los negocios fácilmente. Tengo seis hijos, 17 nietos y cuatro bisnietos. En Argentina sólo hubiera podido tener uno o dos hijos, no más.

¿Qué me platicaría de Pilar Ramírez?

Un hombre bueno, que quería dar todo lo que podía. Guardo un recuerdo imborrable de él, porque fue exitoso en su negocio y supo administrar su dinero. Llegaba la quincena y pagaba. Él y Fito Pons nos daban centenarios cuando ganábamos. Yo jamás había visto monedas de oro en mi vida… Por cada hijo que tuve me regalaron uno. Con eso compré mi primer coche, a los 36 años, un Mercury, que me llevó un curtidor amigo mío.

Cuando me casé, mi suegro, don Emilio, me invitó a trabajar con él. Le dije que me dejara hacerlo solo. Sabía que me iba a ir bien, porque conocía de zapatos. Empecé en un cuarto en la calle Obreros, que fuimos agrandando; nos cambiamos a la calle 16 de septiembre y luego compré un terreno de 30 mil metros. Primero puse el negocio y luego la cancha de tenis, piscina y vestidores con un préstamo que pagué en año y medio. Así es la vida cuando Dios te quiere ayudar un poquito.

Por cierto debo decir que discuto muchas veces con mi señora acerca de cosas religiosas, porque no creo en el infierno ni en el diablo. Tengo un oratorio dedicado a la virgen de Guadalupe, al que voy todas las mañanas, en pago por los 24 años en que no pisé una iglesia.

¿Qué aconsejaría a

los futbolistas de hoy?

Estoy de acuerdo en que ganen bien, es correcto, pero que se arriesguen, que jueguen como debe ser, que no se tiren al suelo a ver si sacan una tarjeta. ¿Qué es eso? Quieren impresionar al árbitro y que saque a un jugador. Por cualquier cosita sacan las tarjetas. Si eres un bruto, se hace un acto de justicia…

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