domingo, 1 de noviembre de 2015

Con los pelos

Con los pelos de punta
REGINA YÉPEZ / Publicada el 01/11/2015

Aficionados de al puerta 5 muestran una manta en apoyo a los Esmeraldas.

En León no hace falta ninguna casa de los sustos, basta con estar en el Nou Camp cuando La Fiera enfrenta a Atlas para salir con el corazón en la garganta... pobre Juan Antonio Pizzi y pobre afición verdiblanca, ni un zombie les pone tanto los pelos de punta.


Cualquiera que vea sólo el marcador pensaría que los hinchas de los Verdes son unos exagerados, que sufren sin razón; ¡si su equipo ganó!, pues sí, ganaron 2-1 pero luego de una expulsión, de un lesionado, de ir perdiendo desde el minuto 1’, de ser observados por el técnico de la Selección Mexicana... ¿ah verdad?

Ay Nacho, lo bueno que con Burdisso lesionado no tienes quien te supla cuando la “riegas” bien y bonito. Ahora no fue Pizzi quien le cobró su error, sino la afición, que no perdonó al esmeralda su yerro ni su culpa en la anotación tempranera de los zorros y terminó abucheándolo.

Lo bueno fue que para esos momentos de desasosiego y desesperación, ¡está Batman!, versión americana y de apellido Ibarra pero igualmente funcional; el esmeralda festejó como nadie el gol que permitió el empate esmeralda en el tanteador, bueno, no tanto como William Yarbrough que abrazó al chaparrito como si de su hijo se tratara.

Parecía que todo lo que no habían hecho Verdes y tapatíos el miércoles en la Copa, aprovecharon para hacerlo en la Liga: Boselli marcó el 2-1, Baloy se descontó al árbitro de un balonazo, Nacho aprovechó para hacerse expulsar... ¿ven?, peor que una casa del terror.

Más sustos le dio a Pizzi el segundo duelo contra Atlas que el Día de Muertos, pues el complemento fue de terror para el domador que ya no hallaba que hacer en el banquillo: corría detrás de Daniel Hernández, le gritaba a Navarro que hiciera el saque de banda, platicaba con Boselli luego de su lesión.

Vaya, hasta de la presión por obtener el pase a la Liguilla se le olvidó ponerse un reloj, pero aprovechó que el abanderado pasaba a un lado para pedirle la hora... de inmediato sonó el silbatazo final, ¡uff!, el mismo alivio que se siente luego de que te asustan, ¡pero les encanta sufrir así!

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