lunes, 20 de agosto de 2012

¡Cumpleaños feliz!



¡Cumpleaños feliz!
Gustavo Matosas, director técnico del León. Foto: Omar Ramírez
Por primera vez en una década, el Club León tiene motivos para celebrar su aniversario y Matosas encabeza la fiesta.
Por JULIETA MÉNDEZ
Publicada el 08/20/2012
Gustavo Matosas respeta el pasado del Club León y busca seguir el camino de la grandeza.

Honramos la historia

Llegar a los 68 años de historia en el futbol mexicano es motivo de celebración para los aficionados del club León y más cuando su equipo representa en la cancha esa garra de un cuadro con tradición.

Por primera vez en mucho tiempo los problemas extracancha no son los protagonistas. Ese grupo que comanda Gustavo Matosas se ha encargado de hacerlos a un lado, con un funcionamiento que los está acostumbrando a permanecer en los primeros puestos de la tabla general.

Este 2012 ha sido de ensueño para muchos. Y si la afición está crecida, tiene motivos para estarlo, aunque el propio Matosas es el primero en mantener la filosofía del partido a partido.

“Se han cumplido muchas metas, le ha hecho muy bien al club León la llegada de la familia Martínez, gente que trabaja con mucha seriedad y responsabilidad, que nos da un gran respaldo a quienes trabajamos en el club”, comentó el técnico de la Fiera.

Y es que además “se ha conjuntado un grupo de jugadores con el que hemos formado una familia y es lindo volver después de 10 años y ver que van tomando un buen camino poco a poco”.

Gustavo Matosas está consciente de que este año su grupo fortaleció la historia del club y que pronto serán recordados entre los grandes que marcaron uno de los momentos más importantes en el equipo.

¿Ya son parte de la historia?

Uno cuando integra una institución como lo ha sido León a lo largo de la historia, tiene la obligación de aquellos que fundaron el club, de aquellos que ganaron las estrellas que hoy tiene la camiseta y creo que es un lindo momento para recordar a toda esa gente que dejó la piel por el León dentro de la cancha, porque es lo que hace hoy el equipo también. Ellos fueron abriendo el camino de lo que es la historia del León y nos toca a nosotros intentar mantenerlo.

Las glorias del pasado toman más fuerza cuando el equipo anda bien.

Siempre hay que vivir el presente, por eso es importante no olvidar a toda esa gente maravillosa que jugó acá y que hizo pasar tantas tardes de alegría, un (Jorge) Davino, un (Miguel) Darío Miranda, un (Antonio) Battaglia, pero no quiero olvidarme de ninguno, gente que tuvo un paso que fue forjando la historia del equipo. Uno no se puede olvidar nunca de eso porque es como olvidarse de sus padres, ellos te dieron la vida, pero esa gente a través de la lucha y el sacrificio fue forjando la historia del León que hoy nos toca mantener.

¿De esa misma manera se hablará de este grupo?

Para mí, la clave del futbol son los jugadores y hoy dirijo a unos jugadores que todos los días me generan mucho orgullo por cómo entran a la cancha, la manera en que entrenan día a día, acabamos de llegar del viaje, bajamos del avión y estamos entrenando. Tengo jugadores que están dispuestos a pagar el precio del éxito.

¿Qué significa el escudo del León para Gustavo Matosas?

Representa fuerza, somos muchos unidos atrás de un color, representa la identidad, atrás de esa fiera rugiendo estamos mucha gente haciendo las cosas bien y deseando que festejemos todos juntos. Me mandé hacer un cuadro justamente con un artista leonés para ponerlo en la sala de mi casa con la expresión que quiero del León y lo que me transmite a mí cuando lo veo en una bandera, en un anuncio, en las redes sociales, quiero ese mismo León en la sala de mi casa para que me cuide todos los días.

En los últimos años esta afición ha contenido los festejos, ¿con el León en Primera División ya es momento de celebrar?

A la afición tengo poco que decirle; es increíble, día a día cuando me levanto y me dicen algo del equipo, yo sólo puedo decirles gracias por todo, por permitirme vivir en este paraíso, estoy muy agradecido, por eso siempre voy a la fiesta de los viernes por la noche, que antes era los sábados, es una fiesta ensordecedora, es alegría.

Desde hace tiempo me gusta mucho mirar la final del Ascenso, de vez en cuando la miro porque ese fue un día maravilloso y fue un juego perfecto del equipo y quiero seguir imitando eso.

Ese trofeo es tan valioso para muchas personas, como el de la Primera División, aunque fue en la Liga de Ascenso.

Hay que ganar la Liga de Ascenso, no es fácil, estos jugadores son espectaculares. Me quedé esperando la pared que pedí para que firmaran, así que la voy a tener que mandar a hacer yo y que me firmen los jugadores ahí porque los equipos que se hacen de sus pequeñas historias se convierten en grandes batallas a lo largo del tiempo. Va a ser una historia que la voy a hacer recordar a través de una pared con la firma y la foto de cada uno junto a la gente porque ellos también ayudaron mucho.

Esas mismas historias han llevado a la afición a retomar con más fuerza los colores verdiblancos.

He visto muchos graffitis muy lindos en toda la ciudad, me gusta mucho verlos, gente que se preocupa porque la ciudad se vea linda. He pensado varias veces en llamar a uno de los muchachos que hacen los graffitis en la ciudad, que me pasen ideas y que nos pongamos de acuerdo en qué es lo mejor y yo mando levantar una pared para que toda la gente pueda estar ahí, la afición, el club, el escudo, los jugadores; esas cosas a mí me mueven mucho.

Todos se mueven por un mismo sueño.

Es lo más difícil de conseguir, yo lo dije el día del ascenso, es responsabilidad de todos cuidar que esto no se caiga, todo lo que sea mostrar la grandeza del día a día, de lo que es la playera verde que usa la Fiera; yo voy a hacer lo primero que haga falta.

Hay momentos y circunstancias que se prestan para hacerse parte de la historia.

¿Hoy es el momento de esta Fiera?

Mucha gente que me arropó, me dio aliento y creo que muchas cosas se alinearon para que este equipo deje todo en la cancha. El día que me tenga que ir, que espero que sea dentro de muchos años, cuando me hablen desde Guanajuato me va a venir una sonrisa a la cara, no tengo duda de eso, mis hijos disfrutan, yo disfruto, esto simplemente es el paraíso.

Todos los días me levanto agradeciendo estar en León, tener los jugadores que tengo, pertenecer al club que pertenezco y agradezco por como llenan la cancha, para mí esas son cosas que me mueven mucho.

Cuando veo que alguien quiere a su equipo de verdad, son cosas que me fortalecen muchísimo, estoy muy agradecido la verdad de ser parte de este sueño de la Fiera.



El dato

El domingo 13 de mayo de este año, durante el desfile y festejo por el ascenso en la ciudad, Matosas pidió ante la directiva  se construyera una pared con la firma y foto de todos los jugadores que lograron conseguir el ascenso al Máximo Circuito y aún no se le olvida, quiere que se haga.

Celebran esta noche

Festejando el aniversario número 68 del Club León, veteranos y aficionados del equipo se reunirán en el templo del Barrio Arriba para celebrar la tradicional misa que encabezará el obispo José Guadalupe Martín Rábago.

La misa para dar gracias por la permanencia del equipo en el futbol profesional, se llevará a cabo a las 7 de la tarde.

La invitación está hecha para ex jugadores, directivos, elementos del actual equipo y todas las personas que quieran estar presentes en la celebración.

Fecha: 20 de agosto de 1944

Estadio: Patria

Debut en Liga mayor
León 5-3 Atlante

Alineacion

Miguel Rugilo, Abel Ramírez, Antonio Battaglia, Rodolfo Cervantes, Alfonso Montemayor, Antonio Muñiz, Raúl Varela, Pablo Pérez, Marcos Aurelio, Rodolfo Moncada y Ángel Fernández.



Crónicas de leyenda. La hazaña del primer León

Por Blas Barajas

Hace 68 años se registró uno de los más extraordinarios y memorables sucesos en la historia deportiva de la ciudad: por primera vez hizo su aparición en el futbol del más alto nivel en México el equipo León. Lo sorprendente no fue en sí el hecho de debutar, sino la forma como lo hizo. Irrumpió devastador en el terreno de los grandes, avasallando a rival reconocido como uno de los más famosos de la época. Su hazaña, porque lo fue en el más estricto sentido de la palabra, convulsionó al mundillo balompédico y dejó con la boca abierta, sin poder digerir de pronto tan extraordinaria proeza, a la misma afición lechuguera.

Pocos aficionados recordarán ahora tal proeza. Probablemente a estas alturas quedemos escasos sobrevivientes. Lo cierto es que lo sucedido aquella tarde en el viejo y reducido Estadio Patria es de los acontecimientos que jamás se olvidan. Era una tarde profundamente veraniega con su ardiente sol abrasando la pasión y algarabía de una afición que en el fondo no parecía creer lo que estaba sucediendo. Era difícil adaptarse a la idea de que un equipo leonés pudiera jugar en la Liga Mayor. Flotaba la alegría y el temor al mismo tiempo. Angustia, pues el equipo verdiblanco acababa de ser vapuleado sin misericordia por el Atlas y Guadalajara en el torneo copero en el que el entonces Unión-León participó como vía de prueba.

No se contaba siquiera con un campo adecuado para jugar futbol. El Patria era en realidad un estadio de beisbol, piso de vil tierra y aún con la loma del diamante arriba del nivel. Sus vestidores, humildes cuartitos, sin baños adecuados ni mesas de masaje. El Gral. Núñez, presidente del Atlante, de por sí un tipo altanero, echó pestes contra todo y todos amenazando incluso no jugar y protestar ante la Federación. ¿Cómo iban a jugar sus muchachos en tan lamentables condiciones? Por fortuna el árbitro no se puso tan exigente y llamó a los equipos al campo de juego. Había gente por todas partes. En las repletas tribunas, en las sillas que fue necesario instalar rodeando el terreno de juego, cerca del frontón.

Noventa minutos de locura. Emoción creciente a medida de que el León mostraba su fuerza, categoría y ganas de triunfo. Un León sorprendentemente rugiente y capaz en forma increíble. Con Rugilo, Battaglia, Aurelio y Fernández, los 4 argentinos que debutaron esa tarde en plan de refuerzos, se logró convertir al neófito en una verdadera fortaleza, humillando con un contundente 5 goles a 3 al iracundo General Núñez y su cuadro de Potros. A la salida del estadio, el cielo parecía más azul y la ciudad más segura de sí misma. Todo había cambiado en 90 minutos. Y de aquí p’al real, como se dice popularmente. A la par que el equipo, la ciudad y afición empezaron a crecer. Y salvo el equipo que en su azarosa trayectoria ha sufrido dolorosos altibajos, a la ciudad y afición ya nada pudo detenerlas.

De aquellos memorables sucesos sólo llegan tenues brisas a las generaciones actuales. Parecen hechos tan lejanos. Incluso, por el tiempo transcurrido y el rejuvenecimiento de la afición, los recuerdos van perdiendo fuerza cubiertos por la pátina del tiempo.

Por desgracia y para colmo, todos los jugadores integrantes del equipo que aquella histórica tarde hizo vibrar de emoción a toda la ciudad han ido desapareciendo, menguando así, también, el potencial de la nostalgia.  Esa es la mala noticia. Se han ido silenciosa y lentamente, de hecho, sin haber sido objeto de los merecidos reconocimientos u homenaje alguno. Así es la vida.

Cerró la lista fúnebre Abel Ramírez, hasta hace pocos días el último sobreviviente. Antes habían partido ya el bigotón e imponente Miguel Rugilo, el inquieto guerrero de las canchas “Maki” Varela, el caballero de la boina blanca Antonio Battaglia, “Conradito”, modesto pero insustituible en la media cancha, “Pirracas” Castellanos, inconfundible con su boina roja, Rodrigo Cervantes, toda una revelación leonesa, el genio y líder indiscutible del equipo, Marcos Aurelio, el incansable delantero “Chancharras” Pérez, el rapidísimo Rodolfo Moncada y el viejo pero muy profesional Ángel Fernández.

Sólo quedan reminiscencias de su legendaria y heroica hazaña. Brisas, vientos que luchan por abrirse paso hacia las nuevas generaciones de aficionados que, lógico, tienen otros ídolos, luchan por nuevas metas, gozan un nuevo espectáculo, aunque no por más actualizado, mejor. Bueno, es que ya pasaron 68 años. Quizá por eso, y a pesar de eso, valga la pena recordar aquella tarde del 20 de agosto de 1944.

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